Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, una tradición de fe en Costa Rica

 
La fe del costarricense está cimentada muy fuertemente en el relato del encuentro de la piedrita que representa la Virgen de los Ángeles, pero más allá de una piedra o una imagen centenaria, es la fe de millones de personas que depositan sus promesas a los pies de María, principal intercesora nuestra ante Dios todopoderoso y ante su Hijo Jesucristo. 

Esta fe ha dado lugar a una de las peregrinaciones marianas más importantes del mundo, donde más de un millón de personas se aproximan o entran a la basílica a ofrecer sus intenciones. Pero no es solo en agosto, sino durante todo el año que este santuario es visitado por personas de todo el mundo. Conozcamos un poco más de la historia.

Las fotografías de esta publicación las he tomado en varias visitas a lo largo de los años. Con el apoyo de la inteligencia artificial recorremos la historia de este templo.


La Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, en Cartago, es más que un edificio; es el centro espiritual de Costa Rica, forjado por una leyenda de humildad y una historia marcada por la resiliencia ante los desastres naturales. Su origen se remonta a la época colonial y está íntimamente ligado al milagroso hallazgo de su venerada imagen.


La historia comienza en 1635 con la leyenda de Juana Pereira, una humilde joven mulata que vivía en la "Puebla de los Pardos" (un barrio segregado para personas de ascendencia africana y mestiza), a las afueras de la Cartago colonial. Según el relato tradicional, Juana encontró sobre una gran roca una pequeña imagen de piedra con un niño en brazos, la cual se llevó a casa; al día siguiente, la figura había desaparecido de su caja para reaparecer misteriosamente sobre la roca original. Este ciclo se repitió varias veces, interpretándose como el deseo de la Virgen de que su templo fuera levantado en ese mismo lugar, un gesto que unió a las distintas clases sociales.


El sitio del hallazgo, donde hoy se levanta el Santuario Nacional, era originalmente un lodazal. Los pobladores construyeron la primera ermita en honor a la imagen, bautizada como Virgen de los Ángeles ya que la aparición ocurrió un 2 de agosto, día en que los franciscanos celebran la fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles. Dada la composición de la piedra (una mezcla de grafito, jade y roca volcánica), la imagen posee un color oscuro, por lo que el pueblo costarricense la llama con cariño "La Negrita".


La devoción a la imagen creció rápidamente, a tal punto que el Congreso Constituyente del Estado de Costa Rica la declaró oficialmente Patrona Nacional en 1824. Sin embargo, los templos construidos en su honor nunca gozaron de paz arquitectónica. La ciudad de Cartago se encuentra en una zona de alta actividad sísmica, y el santuario fue severamente dañado y reconstruido en varias ocasiones a lo largo de los siglos XVIII y XIX, incluyendo los devastadores terremotos de 1822 y 1841.


El destino final de los templos anteriores llegó con el Terremoto de Santa Mónica de 1910, que destruyó casi por completo Cartago y dejó en ruinas la antigua estructura. Este desastre obligó a la comunidad a plantear un nuevo edificio que pudiera resistir los sismos. En 1912, se inició la construcción de la basílica actual, diseñada por el arquitecto Lluís Llach Llagostera.


El diseño de la basílica que conocemos hoy se distingue por su estilo neobizantino, una elección inusual en Centroamérica que la diferencia de otros templos. La nueva edificación fue concebida para ser un verdadero santuario nacional, con gruesos muros y una arquitectura robusta, diseñada para ser más resistente a los movimientos telúricos. Su majestuosa cúpula, sus mosaicos y sus intrincados detalles simbolizan la riqueza de la fe costarricense.


Finalmente, en 1935, el Papa Pío XI reconoció la importancia de este centro de peregrinación al otorgarle el título de Basílica Menor. Hoy, este templo es el punto culminante de la Romería, la peregrinación anual que cada 2 de agosto reúne a millones de costarricenses que caminan hasta Cartago para visitar a la Patrona, un acto de fe que mantiene viva la humilde leyenda de Juana Pereira y la pequeña imagen de piedra. El lugar de la aparición se conserva en la parte trasera de la basílica, donde se encuentra una fuente de agua bendita.

En una futura publicación exploraremos con más detalle el interior de esta maravillosa basílica. 

Fotografías: Eduardo Bolaños Vargas / Texto histórico: IA Gemini.

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